miércoles, 12 de septiembre de 2012

La Fe de los Hombres y Mujeres de la Biblia

LA FE DE ABRAHÁM, CAMINAR HACIA IDEALES

Ninguna persona, ni grupo humano, puede vivir sin rumbo.
Es necesario buscar una meta, seguirla y emprender el camino con renuncias e ideal.
La utopía sigue vigente en un mundo que parece no necesitar metas ni caminos.
Es aquí en donde debemos buscar modelos de hombres y mujeres que supieron caminar y que, aún con miedos e incertidumbre, decidieron caminar en lugar de quedarse parados o vivir errantes.

Abrahám: caminar desde la fe

Por la fe, Abrahám, obedeciendo al llamado de Dios, partió hacia el lugar que iba a recibir en herencia, sin saber a dónde iba.  Por la fe, vivió como extranjero en la Tierra prometida, habitando en carpas, lo mismo que Isaac y Jacob, herederos con él de la misma promesa. Porque Abrahám esperaba aquella ciudad de sólidos cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios. (Heb 11,8-10)
Es muy frecuente deslumbrarse ante la figura de Abrahám, nuestro padre en la fe. Al leer algunos aspectos de vida nos sorprende su disponibilidad, su renuncia por seguir un sueño y responder al llamado de Dios, dejando “la tierra de sus padres”, hasta ir a la tierra que Dios le iba a mostrar.
Sin embargo, ¿difiere mucho esta actitud de la de tantos otros hombres y mujeres que caminan por este suelo? 


Un camino desde el corazón.

En tiempos muy antiguos, aproximadamente unos dos mil años antes de Cristo, era muy frecuente que muchas familias se trasladasen desde lo que llamamos la mesopotamia asiática (hoy Irak, Iran, etc), hacia el oeste, siguiendo el curso de la “media luna fértil”, es decir, el curso de afluentes del Tigris y Eufrates.
Muchas de estas caravanas terminaban en la tierra de Canaan, hoy Israel, Jordania, y que en un tiempo recibió el nombre de Palestina (tierra de los Filisteos).
Entre estas familias transumantes estaría la familia del padre de Abrahám (Téraj).
¿Qué seguían? ¿qué buscaban?
Un anhelo: vivir mejor, buscar mejores tierras y buenas aguas para sus familias y sus ganados pequeños. La estadía no era permanente. Seguramente se quedarían un par de estaciones para luego seguir camino. Ellos buscaba, así, lo mejor para sus familias.
Y Abrahám aprendió de su padre este modo de buscar, y de no quedarse quieto.



¿Cómo leer los textos en los cuales se relata la vida de Abrahám y patricarcas?
Es imposible hacerlo desde un método histórico. No hay datos, son textos que han sido transmitidos en forma oral durante siglos, y muchos de los relatos buscan mostrar la intervención de Dios en la vida de los hombres. Esperar una definición histórica de estos relatos nos lleva a una lectura fundamentalista. Sin embargo es preciso ubicar estos relatos en una perspectiva histórica: el pueblo de Israel busca sus orígenes, y lo hace mirando a Dios.
Podemos comparar estos relatos con algunas costumbres, como por ejemplo la existencia de migraciones y movimientos de familias y clanes. Y eso puede ser el apoyo sobre el cual se edificaron los relatos. Son relatos religiosos, teológicos, y así hay que leerlos. Ante estos textos siempre cabe la pregunta “¿en qué medida ESTO se dirige a A MI, A NOSOTROS?” y “¿Que sugiere HOY?”

Gen 12,1-4: Un relato en el que se destaca la FE de Abrahám.

Pero ¿sobre qué apoyamos en verdad este relato? ¿Y qué es lo que quiere decir?
Yahveh dijo a Abram: “Vete de tu tierra, y de tu patria, y de la casa de tu padre, a la tierra que yo te mostraré. De ti haré una nación grande y te bendeciré. Engrandeceré tu nombre; y sé tú· una bendición. Bendeciré a quienes te bendigan y maldeciré a quienes te maldigan. Por ti se bendecirán todos los linajes de la tierra”. Marchó, pues, Abram, como se lo había dicho Yahveh, y con él marchó Lot. Tenía Abram 75 años cuando salió de Jarán.
Es muy frecuente resaltar en este texto, o al menos detenerse, en la actitud de Abrahám, sin embargo es preciso detenerse ANTES sobre qué o quién recaen los verbos más significativos. (vete, bendeciré, mostraré, maldeciré).
Estos verbos recaen sobre Dios, quien tiene la iniciativa y es con quien comienza el relato (Yahveh dijo a Abrahám). Por lo tanto, el personaje central es Yavé y no Abrahám. Abrahám responderá a  Yavé, a su iniciativa.
¿Y qué es lo importante de Yavé? Sus promesas: bendición, tierra, descendencia.
Esa promesa se hará realidad: Sara engendrará a pesar de su vejez; Dios protegerá al niño para que no sea sacrificado, y por fin Isaac, el hijo, heredará la tierra.

Encontrando a Dios en las búsquedas

Pero la Biblia nos cuenta un poco más. Nos dice que Abrahám sintió en su corazón el llamado de Dios. Y así Abrahám hizo de sus búsquedas una vocación.
¿Qué fue primero? ¿El llamado o la búsqueda que hace que escuche el llamado?
Y allí es donde Abrahám se transforma en modelo. No en renunciar a su tierra paterna, porque eso ya lo había aprendido, ni en ir hacia mejores tierras, porque era parte de su cultura. En esto no hay nada nuevo. Lo nuevo, lo totalmente nuevo, está en darle un sentido religioso a lo que era puramente humano. Y así lo humano se transforma en camino de fe, y búsqueda de Dios.

Nuestras búsquedas, nuestras vocaciones

El modelo de Abrahám sigue vigente, y sigue siendo desafiante. En la vida nos toca dejar cosas, y caminar hacia “nuevas tierras”. Esas tierras son fruto de opciones y de sacrificios. Y cada entrega se transforma en un nuevo camino.
Abrahám nos enseña a ser creativos, a considerar que cada paso está en las manos de Dios, a unir nuestra búsqueda con su llamado, y hacer de nuestra vida una aventura de fe.
Desde Abrahám cada hombre y mujer puede tener la posibilidad de encontrar al Dios de la vida en cada paso y cada encuentro. Hoy, como siempre, la sociedad también tiene que dar pasos creativos, dejar costumbres, asumir nuevos desafíos, y caminar hacia “tierras mejores”. Abrahám también puede ser un modelo social, cuando ésta no se queda solo en “dejar” o “caminar” sino en descubrir el llamado de Dios, su vocación. Desde la vocación social el pueblo, la comunidad, encuentra su identidad. Ya no somos errantes, porque caminamos hacia lo que sabemos nos hará más felices.

La respuesta absoluta: Gen 22

El relato es extremadamente crudo, y nos sorprende. Es bueno leerlo en su totalidad para no perder de vista su intención. En primer lugar, debemos volver al tema de la dificultad de considerar los relatos como históricos, justamente por la dificultad de los datos y la intención más religiosa que biográfica.
El inicio del relato da el clima inicial: Dios va a probar a Abrahám.Y a partir de aquí es fundamental hacia dónde va el texto y superar una interpretación apresurada. Porque justamente el texto no dice “llamó Dios a Abrahám para que sacrifique a su hijo”, sino “Dios puso a prueba…”. La intención del relato es ver lo que el hombre puede hacer ante Dios y no la crueldad de un Dios que supuesta va a mandar a matar al hijo de la promesa. Dios no tiene esa intención, sino la de probar.
El relato muestra así su tensión: ¿hasta donde llegará Dios? ¿Hasta dónde llegará Abraham? ¿es el tema del sacrificio el tema central? Parece que no.
De todos modos no puede quedar de lado este tema en el relato, y puede pensarse justamente en el mandato de Dios / Israel, de NO SACRIFICAR NIÑOS, como lo hacían los otros pueblos (Lev 18,21; 20,2-5; Dt 12,31). Siendo esto así ya el relato tendría un gran valor: el pueblo de Israel no es como el resto de los pueblos, en la vida de los niños ve justamente el cumplimiento de la promesa. Incluso se ve el valor de la vida, y de los niños en especial.

¿Y cuál sería un tema que podría ser superador de esto? Quizás justamente la fe de Abraham, que tiene que creer a Dios que no puede, ni debe sacrificar al niño. El texto no quiere, entonces mostrar que Dios quiera matar al niño, ni jugar con Abrahám, sino mostrar a Abrahám como un modelo de fe. El niño Isaac es el amado de Abrahám, pero también lo debe ser de Dios. Por eso Dios reconoce la ternura del amor: “tu hijo…el que amas”. Y todo el texto está marcado por ternura y cariño.
Mientras que en vers 2 Abrahám es anoticiado que tendrá que sacrificar al niño, en el vers. 5 le dice a los sirvientes que volverá con el niño: Abrahám CONFÍA en Dios, en que intervendrá, y no termina de creer que tiene que entregarlo.
Igual pasa en vers 7 y 8, cuando Isaac, inocente, pregunta sobre el cordero: Abrahám no le dice que él será sacrificado, sino que “Dios proveerá”. En todo esto Abrahám espera, y cree.
Dios le está pidiendo a Abrahám que abandone lo que él mismo le había prometido y por lo que había salido de su casa paterna. Todo lo que le dio, se cae ahora.
La crueldad de los sacrificios de niños sin dudas debían causar angustia, dolor, en la familia, padre, madre, hermanos, parientes, vecinos. Y la presión de un poder religioso para que se entreguen los niños habría de ser muy grande. Era casi imposible salir de esta costumbre. Se vería este culto como una obediencia a Dios, o los dioses. Y nada se podía cuestionar. Por eso SOLO DIOS puede cambiar esto, que tanto dolor traería. Solo Dios podría cambiar la historia y las costumbres.

¿Estaba Israel dispuesto a cambiar una costumbre tan sagrada? Solo podría hacerlo si descubría que Dios se lo exigía.
Se nota, así, la protección de Dios, y del pueblo, hacia quien no era protegido; hacia quien no tenía defensa, al más desvalido. Dios protege al niño, como protegerá luego a los niños que nacerán en Egipto y  que Faraón había ordenado matar.
El final muestra a Abrahám dando nombre al lugar, el nombre puede ser “Yavé provee” o “Yave ve”, o “se deja mostrar”. El texto reafirma la Alianza, una alianza que es apoyada y refrendada en LA FE de este hombre. Los sirvientes no se enteraron de nada. Para ellos no pasó nada. El drama de la fe se dio entre Dios, Abrahám y el niño.
El relato muestra a un hombre que cree, que lo da todo. El ejemplo del niño es eso, solo un ejemplo extremo, porque Dios no quiere la muerte del niño, ni de éste ni de ninguno.
El pueblo VE en Abrahám a alguien que reafirma la alianza en diversas y variadas circunstancias.

Podemos tomar una idea mas: Abrahám es capaz de una fe que es capaz de poner en juego todo, toda la vida, incluso la misma promesa de Dios, porque justamente ve en Dios a quien tiene que obedecer. Deberá discernir un cambio en su vida: LO QUE DIOS LE DIO, LO QUE DIOS BENDIJO, LO QUE DIOS LE ENTREGÓ, AHORA SERÁ SACRIFICADO POR FIDELIDAD A DIOS. Nada es absoluto, solo Dios. Ni siquiera lo que Él bendijo es absoluto. No se puede retener ni lo que Él dio.

Más allá de la historicidad del relato podemos tomar para nosotros justamente que no podemos frenarnos ante las manifestaciones de Dios, que muchas veces son contradictorias, incluso contradictorias a lo que El mismo ha dado y bendecido.

(Extraido de “borradores” e indicaciones para las clases que se dictan en el Centro Bíblico Nuestra Señora de Sion)

           Para más Info:  Aula Virtual del Centro Bíblico Nuestra Señora de Síon

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